Para los Tainos, el paisaje o naturaleza estaba animada de poderes sobrenaturales con los que los bohiques o chamenes podían comunicarse a través de ritos ceremoniales. Un tema central en la mitología Taina vincula a las montañas con el mundo de los ancestros, a menudo en conexión con mitos sobre los orígenes (Cueva de Cacibajagua), y como moradas de los muertos (Coabey).
Las montañas de Boriquen eran veneradas por nuestros Tainos como lugares misteriosos. Las montanas tienen el poder de evocar un intenso sentimiento de lo sagrado en los Tainos. Para ellos, ese misterio y ese sentimiento de lo sagrado dieron sentido y vitalidad a su existencia.
Los Tainos consideraron sagradas a ciertas colinas y cumbres, que quedan envueltas en mitos, creencias y prácticas religiosas. Nuestra Cordillera Central en general estaba relacionada con las actividades religiosas y albergaron lugares sagrados, tales como Caguana, Piedra Escrita, Paso del Indio, y numerosas cuevas que sirvieron de alberque para los Tainos.
Para los Tainos, el poder de las montañas sagradas tenia su origen en la presencia de dioses en la montaña o encarnadas en ella. Esta creencia se manifiesta en la talla de cemies – las cuales toman forma de montanas. Los cemíes, por su forma básica, también han sido identificado con la yuca germinando, y con los senos de la mujer.
Ese sentido de lo sagrado de la zona montañosa fue transmitido a los jíbaros, muchos de ellos descendientes de los Tainos. Para el Jíbaro puertorriqueño su entorno natural, el paisaje montañoso, en un sentido tradicional despierta un sentimiento de admiración y de respeto reverencial que las convierte en lugares imbuidos de valor cultural e inspirador de cuantiosas canciones y poemas.
En este estudio geoetnográfico identificamos ciertas montanas que posiblemente fueron consideradas sagradas para nuestros antepasados. Una en particular –Los tres Picachos y áreas adyacentes- reúne todas las cualidades que los Tainos consideraron sagradas: montana, agua, neblina, cuevas, y bosques.
Las montañas de Boriquen eran veneradas por nuestros Tainos como lugares misteriosos. Las montanas tienen el poder de evocar un intenso sentimiento de lo sagrado en los Tainos. Para ellos, ese misterio y ese sentimiento de lo sagrado dieron sentido y vitalidad a su existencia.
Los Tainos consideraron sagradas a ciertas colinas y cumbres, que quedan envueltas en mitos, creencias y prácticas religiosas. Nuestra Cordillera Central en general estaba relacionada con las actividades religiosas y albergaron lugares sagrados, tales como Caguana, Piedra Escrita, Paso del Indio, y numerosas cuevas que sirvieron de alberque para los Tainos.
Para los Tainos, el poder de las montañas sagradas tenia su origen en la presencia de dioses en la montaña o encarnadas en ella. Esta creencia se manifiesta en la talla de cemies – las cuales toman forma de montanas. Los cemíes, por su forma básica, también han sido identificado con la yuca germinando, y con los senos de la mujer.
Ese sentido de lo sagrado de la zona montañosa fue transmitido a los jíbaros, muchos de ellos descendientes de los Tainos. Para el Jíbaro puertorriqueño su entorno natural, el paisaje montañoso, en un sentido tradicional despierta un sentimiento de admiración y de respeto reverencial que las convierte en lugares imbuidos de valor cultural e inspirador de cuantiosas canciones y poemas.
En este estudio geoetnográfico identificamos ciertas montanas que posiblemente fueron consideradas sagradas para nuestros antepasados. Una en particular –Los tres Picachos y áreas adyacentes- reúne todas las cualidades que los Tainos consideraron sagradas: montana, agua, neblina, cuevas, y bosques.
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Estudiantes de geografia desayunando sancocho
El sendero a los petroglifos
Tomando puntos de petroglifos tainos con GPS
Piedars con petroglifos
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Petroglifos Taino
Bosque Esatal Tres Picachos
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En la cima de la montaña
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